domingo, octubre 03, 2010

San Félix, nueva misión

Esta nueva misión es para mí una llamada a crecer con mi nueva comunidad, como persona y como sacerdote. Todo cambio de rumbo en su labor misionera es un momento crucial para el presbítero. Momento que quiero aprovechar para mirar hacia arriba, confiando en Dios, pero también trabajando con todas mis fuerzas, como diría San Ignacio. Mi deseo es hacer que esta pequeña porción de Iglesia que se me ha encomendado se convierta en una auténtica comunidad, que reza, canta y alaba a Cristo por el don precioso de la Iglesia, y convertir la eucaristía en centro de nuestras vidas. Que la amistad plena con Dios convierta nuestra comunidad, aquí en la tierra, en una antesala del cielo y en un espacio de plenitud.

Esto será posible si vivimos nuestra adhesión a Cristo con auténtica pasión, como lo hizo San Pablo, patrón de mi anterior parroquia. Pablo fue un hombre enamorado de Dios que supo poner a Cristo en el centro de su vida. Si todos hacemos como Pablo, tendremos el coraje y la valentía de anunciar a Cristo vivo en nuestros nuevos areópagos, sin vacilar, con firmeza. Los cristianos hemos de ser, en medio del mundo, testigos vivos de la presencia amorosa del Dios de Jesús, que nos lleva a vivir felices al servicio de los demás.

Los sacerdotes somos los primeros que hemos de ser modelo de unidad y amistad. Tenemos un don especial que Dios nos ha regalado, y esto comporta un compromiso hacia nuestra comunidad.

Doy gracias a los feligreses, que me ha acogido con afecto y delicadeza. Estoy a su servicio con la firme convicción de que entre todos podremos hacer de San Félix una comunidad dinámica y evangelizadora.

Mi deseo es que todos, cada cual desde sus diferentes sensibilidades religiosas, seamos capaces de construir la Iglesia de Cristo, siempre buscando la comunión. Sólo así convertiremos nuestra parroquia en signo de cielo en medio de nuestro barrio.

Y, finalmente, doy gracias a Dios, porque él es el artífice de todo, porque su mano providencial no deja de manifestarse y porque también él ha confiado en mí, para que le cuide a su pequeño rebaño y lo acerque a los verdes prados de la eternidad.

Le pido a Dios y a mis compañeros que me iluminen en esta nueva misión.