domingo, abril 07, 2024

De la cruz a la custodia

Estamos a las puertas de la Semana Santa, un tiempo que culmina la Cuaresma con la entrada de Jesús en Jerusalén.

El año litúrgico cristiano culmina en estas fiestas. En el Triduo Pascual se despliega todo el misterio de Jesús, dispuesto a dar su vida como expresión de amor a la humanidad. Son los tres días más importantes del año litúrgico, donde se condensa la misión de Jesús, fiel a la voluntad del Padre.

Está dispuesto a morir en la cruz para rescatarnos de nuestras esclavitudes y hasta de la propia muerte.

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Señor, estos días, meditando el Vía Crucis, hemos sido más conscientes de la magnitud de tu amor. Has dejado que te señalen, te golpeen, te flagelen, te insulten y atraviesen tu cabeza con una corona de espinas. Han ironizado sobre tu realeza, comparándote con los reyes de este mundo, y una lanza ha traspasado tu corazón, dispuesto a asumir el máximo dolor, hasta la agonía, con las manos y los pies desgarrados por los clavos.

Esto solo se puede hacer si se ama de manera total e intensa. Esto revela tu entrega incondicional hasta el límite de lo soportable.

Hoy, desde tu silencio en la Custodia, queremos ser conscientes de que, para hacerte presente para siempre con nosotros tuviste que pasar por ese itinerario que te llevó a la cruz. Cada estación, hasta llegar a la cruz, revela tu docilidad al plan de Dios y tu derroche de amor, gracia para todos aquellos que han descubierto que Dios, en Ti, se ha dado por completo para rescatarnos del pecado.

¡Un Dios que tuvo que sacrificar a su hijo! Era el único plan para salvarnos de nuestras miserias. Señor, ¡cuánto pasaste por nosotros! Quizás un esfuerzo que no merecíamos. Pero era tu única baza para conquistarnos.

Hoy queremos agradecer tanta donación, con dolor por lo que te ha hecho la humanidad: colgar al mismo Dios en la cruz. ¡Cuánta insolencia por nuestra parte y cuánto amor desbordante por la tuya!

Una entrega incondicional y sin medida: esta es la forma de tu amor, de la que hemos de aprender, asumiendo que cuando amamos a la manera de Jesús, también hemos de estar dispuestos a abrazar las consecuencias, hasta el martirio.

Jesús, con tu testimonio nos enseñas que el amor auténtico consiste en ser imagen tuya. Sólo así todo cuanto hagamos y seamos será fecundo. Sólo si estamos dispuestos a enterrar el grano de trigo, es decir, si estamos dispuestos a darlo todo de verdad, emergerán un hombre y una mujer nuevos. Tu cruz nos restaura y nos hace renacer de nuevo.


Unidos a tu amor
, seremos discípulos tuyos y estaremos dispuestos a todo. Esta será la garantía de que sigues vivo en cada uno de nosotros.

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La cruz no es otra cosa que el preludio de la vida nueva de Jesús resucitado. Desde esta perspectiva, el dolor tiene aún más sentido. Su muerte en cruz es el anticipo de un nuevo amanecer.

La lógica del misterio de Jesús pasa por cuatro fases:

  • Una vida volcada al anuncio del reino de los cielos, esta es su misión.
  • Una pasión y muerte como consecuencia de una auténtica libertad. Jesús desea culminar el plan de Dios.
  • La resurrección: Dios levanta a su hijo del abismo de la muerte: este hecho se convierte en fundamento de nuestra fe cristiana.
  • El deseo de permanecer con nosotros en el sagrario. La eucaristía es el sacramento de su presencia real a lo largo de los siglos.

De la cruz a la custodia: es la dinámica amorosa de un Dios que da su vida y quiere permanecer siempre con nosotros.

domingo, febrero 18, 2024

La conversión, un camino


Hemos iniciado el tiempo de Cuaresma con la imposición de las cenizas como signo penitencial. La Iglesia marca un tiempo para ahondar en el proceso de reencuentro con Dios: un itinerario necesario para reflexionar en todo aquello que nos separa de él. Un recorrido que todo hombre debe iniciar para recomponer su relación con Dios y con los demás; sendero para mantener la brújula de nuestra vida orientada hacia Él, como fuente de nuestra existencia.

Oración ante el Santísimo


Pero será preciso reconocer cuán lejos estamos todavía de ti, Señor. Seamos conscientes de que hemos de emprender un camino de retorno.

La humildad es el primer escalón para superar el orgullo de creer que ya estamos convertidos y ser conscientes de nuestros límites y pecados. Sólo desde el abandono en manos de Dios, reconociendo que necesitamos restaurarnos, daremos el primer paso para iniciar el regreso hasta el abrazo pleno contigo.

Tú, desde el silencio primigenio, sabes esperar con infinita paciencia porque no quieres que nadie se pierda. Con tu pedagogía amorosa, nos alientas a seguir en el proceso de búsqueda de aquello que da sentido pleno a nuestra vida, que no es otro que entrar en una profunda comunión contigo, abriendo nuestra inteligencia para meditar en los misterios de tu corazón.

Tú eres el incansable que no desespera porque tu Ser divino no concibe la vida si no es desde el amor. Tu bondad y misericordia hacia tus criaturas es lo que fundamenta tu amor hacia los hombres.

Nos has dado la libertad para que respondamos con gratitud y alcancemos nuestra propia felicidad. Es nuestra obstinación la que nos aparta de esta hermosa intimidad contigo, pero tú nunca te rindes en esta conquista de nuestro corazón. 

En esta Cuaresma, queremos ser más conscientes del misterio de tu presencia, convertido en pan para nuestro alimento espiritual en este combate en el mundo. Tu vida es una historia de amor hacia la humanidad, que expresa su momento álgido en la cruz, en tu agonía como prueba de una vida entregada por amor. Han pasado más de dos mil años de tu eterna presencia a través de la eucaristía. Nunca quisiste romper los vínculos con tus amigos y permaneces en el sagrario, siempre esperando. Aunque caigamos mil veces, tu paciente silencio y tu discreta acogida nos esperan.

Quieres que encontremos un momento para venir a verte, pues deseas sentirnos cerca de ti y escucharnos con ternura. A ti también te gusta estar con nosotros, porque con tu cruz y resurrección renacemos de nuevo. Esta es tu locura amorosa: levantarnos mil veces de nuestras caídas.

Venimos hoy a pedirte que nos des fuerza para seguir adelante y que nunca dejemos de mirar hacia el cielo. Danos el coraje y la valentía para seguir en la brecha y que nunca nos separemos de ti.

Que esta Cuaresma que acabamos de iniciar nos prepare para el encuentro crucial que da sentido pleno a nuestra vida: la Pascua, el encuentro con Jesús resucitado.

domingo, enero 21, 2024

25 años de servicio a los mayores


El grupo de tertulias es uno de los más antiguos de la parroquia. Hoy, después de 25 años, siguen firmes, ofreciendo un abanico de actividades orientadas a la atención de las personas mayores. Que después de 25 años se mantenga, implica por parte del grupo de voluntarios animadores mucha entrega, generosidad y entusiasmo.

Semana tras semana, cada miércoles, llueva o haga sol, frío o calor, nunca fallan. Y esto tiene un mérito extraordinario. Pero lo sorprendente es que los responsables han mantenido la creatividad durante tantos años. Haber llegado hasta aquí es un gran triunfo. Conseguir un buen ambiente y una buena participación, así como una convivencia que favorece la hermandad, es un gran logro. Es una experiencia profundamente enriquecedora y humanizadora, pues siempre, aunque sea a edad avanzada, se puede crecer como persona y como cristiano cuando uno se abre a los demás.

Es un hito histórico. Algunos han fallecido, han venido otros nuevos, pero se mantiene el tono del grupo, que aprende a sobrellevar sus propios límites compartiendo sus vivencias con los demás.

Como parroquia, estamos muy agradecidos por esta labor tenaz y constante del equipo base que permite que se desarrollen las diferentes actividades con normalidad y alegría. 25 años de fidelidad han permitido continuar con entusiasmo.

Cuando acudo a sus encuentros y paso un rato con el grupo, me doy cuenta de que cada persona que participa es un libro abierto, con una vida llena de entrega a su familia y a otros. Muchas mujeres, con entereza, viven serenamente su viudez, dotándola de calidad humana y espiritual que les ha ayudado a sobreponerse y a seguir luchando. Estar cerca de estas personas es viajar a las profundidades de un universo interior. Escuchándolas, uno aprende a ampliar su visión de la realidad, llenándola de sentido. Por eso considero que la labor que se hace en este ámbito es crucial y acorde con la sensibilidad de la Iglesia.

Sepamos agradecer su gran aportación a las familias, a la sociedad y a la iglesia. Están viviendo una etapa vital que, aunque limitada, es intensa porque aportan mucho bagaje acumulado. Son auténticos tesoros que engrandecen el corazón.

No os puedo decir que sigáis 25 años más, pero sí que estos 25 años vividos los llevéis muy adentro, pues han sido definitivos y os han marcado, dándoos la oportunidad de vivir momentos preciosos que han dado tono y calor a vuestras vidas. Gracias por tanto aprendizaje y humanidad. Os deseo de todo corazón, como párroco, mucha felicidad en este día tan señalado y os doy las gracias por haber dinamizado la vida parroquial.

Mn. Joaquín Iglesias  

domingo, diciembre 31, 2023

Mensaje de Año Nuevo


Apreciados feligreses,

Os deseo de todo corazón un feliz año nuevo. Y también deseo que este año que acabamos de terminar haya sido para todos vosotros de crecimiento humano y espiritual. Que todo lo que ha ocurrido, malo o bueno, os sirva para añadir madurez a vuestra vida y os ayude a ser mejores personas y mejores cristianos. Toda experiencia, si se digiere con paz y lucidez, añade valor a la vida.

Y en este año que se nos abre, con todo lo vivido el año pasado, que cada uno de vosotros sea una persona tenaz con una vocación de servicio y amor a los demás. Sólo así todo aquello que hagamos tendrá sentido.

Todos estamos llamados a una gran misión. Descubrir la belleza de nuestro corazón hará posible que cada día sea una auténtica hazaña. Así viviremos con intensidad, abriéndonos a nuevos horizontes llenos de luz y de vida, con el deseo apasionado de hacer siempre el bien a los demás.

Y si algún día el sol no aparece en el horizonte, dejad que salga en vuestro corazón la luz intensa que tenéis en lo más profundo de vuestro ser. No dejéis que se apague nunca, aunque viváis experiencias dolorosas. Mirad dentro de vosotros mismos y descubriréis un hermoso vergel donde podréis reposar, en silencio, para seguir luchando en el combate diario. Desde el silencio contemplativo podréis reconectar con Dios y seguir avanzando hacia las metas del día a día.

Un fraternal abrazo,

P. Joaquín Iglesias

lunes, diciembre 25, 2023

Creciendo en comunidad

 

El pasado 21 de diciembre, en la parroquia de San Félix, celebramos la Navidad en familia. Este es el segundo año y ha sido una auténtica fiesta. Celebramos que el niño Jesús viene a nuestra vida, este es el motivo del encuentro. La respuesta a la invitación ha sido extraordinaria y ha superado las previsiones. Me ha causado una gran alegría ver a casi cien personas asistiendo a la convocatoria, signo de su mayor sentido de pertenencia a la comunidad. Mientras se desarrollaba el acto sentía una intensa vibración entre los participantes, que llenaba el ambiente de un bello tono festivo. Durante la celebración cada grupo pastoral de la parroquia ofreció alguna actuación: desde canciones, una poesía, un villancico o un baile. Así se desplegó un programa precioso que enriqueció el evento de color y de música.

La alegría era desbordante. Vivimos al unísono el misterio de un Dios que se encarna, abriéndose a la humanidad a través de un niño a punto de nacer. Sentí que realmente allí había una comunidad que crece con mayor consciencia de ser familia con una misión en el barrio.

La parroquia es un espacio sagrado donde vivimos nuestra identidad cristiana. Hemos de arrojar luz y esperanza, como signo de nuestro compromiso con un mundo que parece ir a la deriva o hacia el abismo. Este ha de ser nuestro testimonio firme, en la tarea de mejorar la vida de los demás. Os agradezco que, como comunidad, me acompañéis en esta urgente misión y seáis copartícipes de esta labor evangelizadora.

El jueves 21 sentí un fuego vibrante que ardía. La comunidad se convirtió en una gran familia donde, siendo todos tan diferentes por origen, cultura y edad, hay algo muy grande que nos une: es Jesús, fuente y sentido de nuestra vida.  

Sólo así, trabajando y ahondando en la fraternidad y en nuestra tarea común como pequeño pueblo de Dios, aquí en nuestra demarcación parroquial, estaremos cumpliendo la misión que Jesús encomendó a sus apóstoles: ir y anunciar la buena nueva del Reino de los Cielos. Sólo haciendo cielo en nuestro entorno y con los más cercanos haremos realidad lo que Dios quiere de nosotros.

Una liturgia sin misión y sin fraternidad es insuficiente, porque esta ha de culminar con nuestro compromiso evangelizador. La consciencia de ser pueblo de Dios ha de ir más allá del culto y el consumo sacramental. Nuestra fe no es solo para vivirla en privado. Uno no se salva solo. Nos salvamos como comunidad y como pueblo.

Estos encuentros nos ayudan a tomar el pulso de nuestra realidad como parroquia y el grado de compromiso. Ese día pude constatar que allí había realmente una comunidad vibrante, más consciente de la riqueza que nos une: participar como hermanos de una tarea común. El Espíritu de Dios estaba presente en el corazón de la fiesta.

¡Gracias a todos por participar y hacer posible este gran encuentro navideño!

P. Joaquín Iglesias

domingo, noviembre 05, 2023

Más allá de la muerte

Evangelio: Juan 14, 1-6.

Que no tiemble vuestro corazón: creed en Dios, creed también en mí. En casa de mi padre hay muchas estancias. Si no fuera así, ¿os diría que voy a prepararos un lugar? Y cuando vaya y os prepare un lugar, volveré de nuevo para llevaros conmigo, para que donde yo esté también estéis vosotros. […]

Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al padre si no es por mí.

La Iglesia, sensible y pedagoga, conoce el devenir del hombre: su nacimiento, su crecimiento, su adultez y la realidad que tanto nos inquieta, que es la muerte. Pero la Iglesia sabe muy bien que con la muerte no se acaba todo. No: es un tránsito hacia un proyecto, una vida nueva con Dios.

Hoy es un día para tener una gratitud muy especial hacia aquellas personas que nos han precedido: padres, hermanos, cónyuges, incluso hijos. Han muerto por motivos muy diferentes que a veces provocan inquietud y un profundo dolor por el vacío que dejan. Se ha generado un vínculo precioso con ellos y cuando ese lazo se corta quedamos como si nos faltara el aire. Esta maravillosa realidad humana, la familia, aquella que nos ha dado la vida no sólo física, sino espiritual, cultural y social, dando sentido a nuestra existencia, queda rota con la muerte.

Entiendo que no es fácil retar a la muerte cuando los difuntos han significado un enorme crecimiento para nosotros. Es normal sentir el duelo interior, que a veces cuesta mucho de superar, porque los vínculos con aquellos que queremos son algo profundísimo que nada puede segar. Van más allá de la propia muerte. Es verdad que ya no podemos tocar ni abrazar a ese ser querido cuando le damos el adiós definitivo. Pero también es verdad que nos deja un legado precioso. Es impresionante.

Para ser buen matemático, físico o psicólogo, hay que ir a la universidad, estudiar y prepararse para ejercer una vocación civil y profesional. Pero el legado más sustancial de la persona nos lo da la familia que nos ha ayudado a ser persona. Esto no lo enseñarán en las universidades, que están tan ideologizadas. En la familia está la raíz de nuestra identidad. No seríamos quienes somos sin ella.

La crisis normal de la adolescencia se supera en la adultez y entonces reconocemos cuánto nos ha ayudado la gente buena que nos ha precedido. No sólo familiares, sino amigos y personas referentes en lo moral y en lo vocacional. Ha habido sacerdotes y religioso cuyo papel ha sido fundamental para nuestro crecimiento social y humano.

Hoy es un día que nos recuerda la relación preciosa que tuvimos con nuestros padres, abuelos y seres queridos. Una relación tan intensa no muere: está en el cielo de nuestro corazón. Y por mucho tiempo que pase, siempre estará allí, vivo, el recuerdo maravilloso de cuanto aprendimos de ellos.

Jesús dice: Que no tiemble vuestro corazón. Él sabe muy bien de qué naturaleza estamos hechos. Somos seres sensibles que amamos, generamos vínculos y, cuando se rompen, causan dolor. Pero, a pesar de todo, que no tiemble vuestro corazón. En estos momentos de ausencia Dios también entra en nuestra historia humana. En estos momentos de dolor y ruptura, en que recordamos la belleza de las relaciones que se terminaron, cuando miramos al cielo con dolor preguntándonos por el misterio del ser humano, Jesús nos dice: En casa de mi padre hay muchas estancias.

Nos apegamos a las personas y a las cosas. Pero nuestra historia no acaba con la muerte. Hay una segunda parte. No vamos hacia el vacío, el sinsentido, la oscuridad. Sería trágico. Si Dios nos ha hecho por amor y con anhelo de eternidad, tiene que haber una segunda parte. Es el reencuentro con nuestros seres queridos, un regalo inmenso.

Ya no vivimos la angustia vital de los filósofos existencialistas que se preguntan por el misterio del dolor, el mal y la finitud humana. Nosotros sabemos que detrás de todo hay un corazón abierto que late, que es Dios.

Por nuestra tradición lógica y filosófica quizás nos cueste entender este salto de fe. Pero si Jesús lo dice, hemos de creer en él. No acabaremos en el hoyo. La muerte es un parto hacia la eternidad, hacia otra dimensión de la vida. Dios no nos deja nunca. Él nos ha creado. Él ha hecho posible el encuentro personal, el proyecto de una familia, sus hijos. Dios sigue teniendo un proyecto para nosotros, y es que de la familia física, de sangre, pasemos a la familia de Dios. Y esta familia nunca se acabará, porque ese es el deseo de Dios.

En casa de mi padre hay muchas estancias, dice Jesús. Podemos imaginarlo como un palacio con muchos departamentos y un jardín maravilloso. No os dejaré huérfanos, no os dejaré solos, insiste Jesús. A donde yo voy estaréis también vosotros. Con su resurrección nos abrirá la puerta de una promesa de encuentro definitivo con él.

Jesús murió en la cruz. Su resurrección era inexplicable, los judíos no podían entenderla ni aceptarla. Pero si Jesús resucita, claro que nosotros también podemos resucitar, por la inmensa misericordia de Dios Padre.

Jesús también introduce una pequeña exigencia para alcanzar esta eternidad: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. ¿Cuál es el itinerario que nos llevará al Padre eterno? El amor, la Iglesia, los sacramentos, la eucaristía. Este es el sendero hacia la plenitud del ser humano que no se acaba aquí, aunque nos cueste desengancharnos de aquí.

Estamos llamados a vivir para siempre. Dios nos quiere tanto que, más allá de la muerte, quiere seguir amándonos y estar con nosotros.

Así sea.

domingo, octubre 22, 2023

Contigo una primavera eterna

Ya hemos entrado en el otoño. En verano, cae sobre nosotros la luz cenital del sol, iluminando todo y dando color a la vida. Los rayos de la custodia también iluminan nuestra alma, dando vida a nuestro espíritu. Como en las estaciones, el ser humano también experimenta cambios en su interior. Ahora, en otoño, baja la intensidad de la luz y oscurece más temprano. Todo declina antes y la luz más tenue nos invita al recogimiento. Pero, aunque sea otoño y las hojas de los árboles vayan cambiando de color, sigue habiendo belleza en el ocre y el castaño que llenan nuestras ciudades y parques. 

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Iniciamos este momento sagrado ante ti, Señor. Tú, que eres suprema belleza más allá de la naturaleza, nos inundas y envuelves nuestra alma. Tu presencia, aquí y ahora, es más luminosa que el sol y más bella que los colores que tiñen el otoño. En este tiempo intermedio, entre la luz del verano y la penumbra del invierno, no hay nada más sublime que contemplar la hermosura de un Dios hecho sacramento: pan que permanece para siempre entre nosotros. Cuando sabemos parar y estar en silencio, podemos darnos cuenta del alcance y el significado de este momento.

La Hostia Sagrada que contemplamos se despliega misteriosamente ante nuestros ojos. Emocionados ante tanto derroche de amor, desde el silencio, saboreamos el don de tu presencia, tan viva, tan real como nuestro aliento. Acurrucados ante este misterio, queremos, desde la intimidad, gustar y paladear las delicias de este anticipo de la eternidad contigo.

Ayúdanos, ahora que empezamos el curso pastoral, a irradiar con nuestro ejemplo y testimonio nuestra fe en ti. Que seamos capaces de anunciar que tú eres el centro de nuestra vida. Que seamos rayos de luz para otros que viven en la oscuridad del pecado. Que nunca nos cansemos de ser fieles a nuestra vocación cristiana. El mundo necesita de cristianos auténticos y valientes, que sepan luchar con firmeza ante un mundo descreído y abatido y que se entreguen a su misión con tenacidad. La victoria es tuya, Señor. Que no olvidemos que para sacar fuerzas necesitamos complicidad contigo, y esto solo será posible si somos capaces de dedicar un tiempo, aunque sea corto, para estar contigo.

Sin prisa, en soledad y en silencio, en esta pequeña tregua en medio de la jornada intensa encontraremos la manera de dar respuesta a tantas inquietudes. Convertiremos estos momentos en un espacio donde vaya creciendo nuestra amistad contigo. Y aunque sean pequeños sorbitos, alimentan nuestra alma y nos dan fuerza y perspectiva para afrontar las situaciones decisivas.

Convertirte en nuestro aliado para nuestra labor evangelizadora nos hará ser conscientes de que estos pequeños oasis de encuentro contigo dan sentido a lo que somos y hacemos.

Volver a estar contigo y empaparnos de algo tan sublime es como parar el tiempo y entrar en otra dimensión: el tiempo de Dios, el cielo en la tierra, una permanente primavera que no se agota. Estar contigo es entrar en el más allá sin abandonar este mundo.

Este rato ante ti, corto pero intenso, nos permite escuchar otra melodía desde el oído del alma. Es tu voz, que nos habla envolviéndonos en tu destello divino. Nos conmueve tanto don inconmensurable. ¡Gracias por tu presencia!