domingo, octubre 04, 2015

¿Por qué una hoja parroquial?

Muchas parroquias editan semanalmente una hoja informativa para sus feligreses. Algunos se pueden preguntar: ¿para qué una hoja parroquial? Incluso hay quienes la dejan en el banco, como si no les interesara su contenido… ¿Para qué tanto trabajo en editar esta hoja?

Las hojas parroquiales cumplen al menos tres misiones:

1. Comunicar. La parroquia tiene una vida y es bueno que todos la conozcamos. Es la vida de nuestra familia espiritual, lo que sucede nos importa a todos.

2. Crear vínculos: somos una comunidad, no un número de individuos aislados. Comunicar fomenta las relaciones, el apoyo, el compartir.

3. “Agendar”. Los eventos de la parroquia deberían formar parte de nuestra agenda, como las fiestas familiares y los compromisos que son importantes para nosotros.

Somos familia de Cristo. Estamos llamados a vivir la fraternidad. El evangelio de este domingo (Marcos 10, 2-16) nos recuerda que ni el hombre ni la mujer han sido creados para estar solos. ¡Cuánto daño hace la soledad! Cada parroquia, como pequeña porción de la Iglesia, es un lugar de encuentro, de acogida, de apoyo. Como toda familia, da sus frutos en forma de actividades que benefician a los demás. Y estas actividades y eventos se anuncian en la hoja.

La hoja también es una llamada a participar en ellas, cada cual en la medida que pueda. ¿Por qué no ofrecer nuestros talentos para enriquecer a la comunidad? Tenemos una familia grande, cuyo padre es el Padre del cielo. ¡Nunca deberíamos sentirnos solos!

Quienes dejan la hoja en el banco, es porque quizás todavía no se sienten miembros plenos de la comunidad. Quizás no les interesa lo que ocurre en la parroquia… Les basta venir a misa. Llegan, asisten y se marchan a toda prisa, sin saludar a nadie. ¡Qué pena!


El Papa nos recuerda que ser cristianos no puede limitarse a venir a misa y cumplir. Todas las religiones antiguas tienen rituales, normas y preceptos. Para ser un buen creyente, basta cumplirlos. Lo que distingue a los cristianos es que, más allá del rito y los mandamientos, hay una comunidad viva que se ama y se apoya. La misa no es como los sacrificios de los antiguos judíos o los romanos: es una fiesta de familia, un banquete entre amigos que preside el mismo Cristo. Si todos tomamos al mismo Dios, hecho pan, ¿cómo va a sernos indiferente el que está sentado a nuestro lado? ¿Cómo no van a a importarnos las noticias que se nos comunican?