domingo, enero 21, 2007

El precepto dominical

La libertad y el deber

Todo cuanto supone una obligación o compromiso no siempre está bien visto en ciertos sectores de la sociedad. Todo el mundo, y en especial la juventud, desea gozar de libertad y la obligación en ocasiones se contempla como algo contrario a la libertad.

Las personas adultas libremente escogemos nuestro futuro, ya sea en el matrimonio o en otras opciones, como en la vida religiosa y consagrada. Esto implica una serie de compromisos que cumplimos con amor, sin verlos como obligaciones. Tenemos el ejemplo muy claro de las madres, que sufren por amor y están al cuidado de sus hijos durante toda la vida. Asumir nuestras obligaciones no es una carga, sino una consecuencia a nuestra libre decisión.

Ser cristiano también implica una serie de obligaciones que tiene que ser asumidas por amor. El cumplimiento del deber en ningún momento ha de ser considerado una pérdida de libertad. Al contrario, muchas veces provoca en nosotros un estiramiento espiritual y un crecimiento humano. Cualquier decisión que tomemos en la vida implica una responsabilidad y un esfuerzo. De la misma forma que tenemos deberes hacia el estado como ciudadanos, hacia nuestra familia como padres o hijos responsables, también tenemos unos compromisos como cristianos.

El pueblo de Israel reflejó en las tablas de la ley un mandamiento: dedicar un día a la semana al Señor. Este día era el sábado, y los judíos todavía se lo dedican. Los cristianos dedicamos el domingo al Señor por ser el día que resucitó Cristo.

Compromiso y madurez

Para entender la exigencia que entraña una responsabilidad tenemos que haber asumido un compromiso previo. Y para asumir un compromiso es necesario tener una fe verdadera y adulta. Cuando somos concientes de las muchas cosas que Dios nos da diariamente comprendemos la necesidad de dedicar un tiempo para él. En este contexto es donde podemos establecer el precepto dominical.

Del mismo modo, a las parejas que se preparan para el matrimonio se les pide el compromiso del amor mutuo y verdadero para toda la vida. De este sí derivan unas exigencias y unos compromisos que deben acoger con entera libertad. Ese sí, quiero, es libre y para siempre.

La misa es necesaria para el crecimiento de la vida espiritual. Evitemos verla como una rutina semanal. Convirtamos en donación aquello que es obligación. La Eucaristía es la fuente donde los cristianos bebemos para recuperar fuerzas y emprender una nueva semana. Como alimento indispensable para nuestro crecimiento espiritual, nos hace capaces de llevar el valor de la misa a nuestra vida cotidiana.

A veces cumplir con nuestro deber nos cuesta un poco. Vamos despistados, ensimismados en nuestros asuntos. Cumplir con nuestras obligaciones puede llegar a ser penoso. Para el cristiano ha de ser un acto de valentía, de generosidad. El sentido más profundo de la misa está en el amor a Dios y a los hermanos. Si nos falta el amor la misa no tiene ningún sentido.

El auténtico sentido de la misa

Jesús se entregó por amor en la última cena. Este es el significado de la eucaristía. Nosotros, como seguidores de Jesús, también tenemos que entregar nuestro tiempo, un poco de nuestra vida al servicio de Dios.

Los cristianos tenemos que establecer lazos entre los hermanos de fe. Para ello tenemos que dedicar tiempo para conocernos, para relacionarnos, para ayudarnos. Una misma sangre corre por nuestras venas: la sangre de Cristo. Esto nos tiene que unir a pesar de nuestras diferencias. Es importante en toda comunidad buscar espacios para que nos podamos conocer, para estar juntos. Todos podemos dar un paso más para acercarnos a los hermanos y reafirmar nuestra fe.

La comunidad es misionera

Es necesario ser creativos y poner mucho amor en todas las cosas que realicemos. Nuestra misión como cristianos es la de acercar las almas a Dios. Tenemos que ser compañía de Cristo, ejército de Dios, como decía San Ignacio. Para ello es importante que las personas de fuera nos vean convencidos, alegres; han de ver una buena unión entre todos los hermanos de la comunidad. La dimensión testimonial es muy importante para atraer a los alejados. La unidad entre la comunidad es indispensable para dar un buen testimonio y ser creíbles delante del mundo.