domingo, octubre 22, 2023

Contigo una primavera eterna

Ya hemos entrado en el otoño. En verano, cae sobre nosotros la luz cenital del sol, iluminando todo y dando color a la vida. Los rayos de la custodia también iluminan nuestra alma, dando vida a nuestro espíritu. Como en las estaciones, el ser humano también experimenta cambios en su interior. Ahora, en otoño, baja la intensidad de la luz y oscurece más temprano. Todo declina antes y la luz más tenue nos invita al recogimiento. Pero, aunque sea otoño y las hojas de los árboles vayan cambiando de color, sigue habiendo belleza en el ocre y el castaño que llenan nuestras ciudades y parques. 

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Iniciamos este momento sagrado ante ti, Señor. Tú, que eres suprema belleza más allá de la naturaleza, nos inundas y envuelves nuestra alma. Tu presencia, aquí y ahora, es más luminosa que el sol y más bella que los colores que tiñen el otoño. En este tiempo intermedio, entre la luz del verano y la penumbra del invierno, no hay nada más sublime que contemplar la hermosura de un Dios hecho sacramento: pan que permanece para siempre entre nosotros. Cuando sabemos parar y estar en silencio, podemos darnos cuenta del alcance y el significado de este momento.

La Hostia Sagrada que contemplamos se despliega misteriosamente ante nuestros ojos. Emocionados ante tanto derroche de amor, desde el silencio, saboreamos el don de tu presencia, tan viva, tan real como nuestro aliento. Acurrucados ante este misterio, queremos, desde la intimidad, gustar y paladear las delicias de este anticipo de la eternidad contigo.

Ayúdanos, ahora que empezamos el curso pastoral, a irradiar con nuestro ejemplo y testimonio nuestra fe en ti. Que seamos capaces de anunciar que tú eres el centro de nuestra vida. Que seamos rayos de luz para otros que viven en la oscuridad del pecado. Que nunca nos cansemos de ser fieles a nuestra vocación cristiana. El mundo necesita de cristianos auténticos y valientes, que sepan luchar con firmeza ante un mundo descreído y abatido y que se entreguen a su misión con tenacidad. La victoria es tuya, Señor. Que no olvidemos que para sacar fuerzas necesitamos complicidad contigo, y esto solo será posible si somos capaces de dedicar un tiempo, aunque sea corto, para estar contigo.

Sin prisa, en soledad y en silencio, en esta pequeña tregua en medio de la jornada intensa encontraremos la manera de dar respuesta a tantas inquietudes. Convertiremos estos momentos en un espacio donde vaya creciendo nuestra amistad contigo. Y aunque sean pequeños sorbitos, alimentan nuestra alma y nos dan fuerza y perspectiva para afrontar las situaciones decisivas.

Convertirte en nuestro aliado para nuestra labor evangelizadora nos hará ser conscientes de que estos pequeños oasis de encuentro contigo dan sentido a lo que somos y hacemos.

Volver a estar contigo y empaparnos de algo tan sublime es como parar el tiempo y entrar en otra dimensión: el tiempo de Dios, el cielo en la tierra, una permanente primavera que no se agota. Estar contigo es entrar en el más allá sin abandonar este mundo.

Este rato ante ti, corto pero intenso, nos permite escuchar otra melodía desde el oído del alma. Es tu voz, que nos habla envolviéndonos en tu destello divino. Nos conmueve tanto don inconmensurable. ¡Gracias por tu presencia!

domingo, octubre 01, 2023

Crecer más en Cristo


Iniciamos hoy un nuevo curso pastoral, con el firme deseo de crecer más como cristianos. La parroquia tiene una clara misión: dar a conocer a Jesús en el barrio y en el mundo. Este es el sentido último y la razón más profunda de su tarea incansable de evangelizar, empezando por el rector, como responsable, siguiendo por el consejo pastoral y los responsables de cada grupo, hasta todos los que venimos a recibir el pan sagrado, nos unimos en una tarea común.

Jóvenes, adultos, familias, mayores, todos nos debemos a esta gran misión de anunciar a Jesús, no sólo de palabra, sino con hechos y con la vida, dando testimonio de nuestra unión con él. Pero ¿qué se necesita para ser creíble ante los demás? ¿Cómo podemos llegar a tocar el corazón de las personas?

¿Qué necesitamos?

Para hacer mejor nuestro trabajo evangelizador...

En primer lugar, hemos de tener una relación profunda y rica con Jesús. De aquí arrancará el entusiasmo evangelizador que nos ha de definir como llamados a esta tarea conjunta. Será necesario vivir nuestra fe y nuestra vocación cristiana con intensidad, conscientes de que estamos comunicando algo precioso: un gran tesoro, con amor y siendo conscientes de nuestra llamada a seguirlo, con ilusión y alegría. Este es el distintivo que marca un estilo entusiasmante. Nuestro punto de partida es este.

Hemos de ser conscientes de que pertenecemos a una comunidad. Si sólo venimos a cumplir con el culto no es suficiente. Necesitamos sentirnos parte del gran proyecto evangelizador de la parroquia; es necesario asumir el compromiso de nuestra misión como comunidad. Sin esta fuerte implicación no podremos culminar nuestra vocación cristiana: ser misioneros es inherente a nuestra fe. Sólo así se pueden generar vínculos y lograr una mayor participación de todos y cada uno de los que estamos aquí.

No podemos eludir la responsabilidad de anunciar y ser iglesia en medio del mundo. Allí donde estémos viviendo y trabajando los laicos estáis llamados a ser la voz de Jesús en medio del mundo. Pues el mundo, aunque no lo parezca, tiene hambre de él. Nosotros podemos despertar la esperanza y posibilitar que muchos descubran el sentido de su vida y la alegría del encuentro con Jesús, fundamento de nuestra fe. Hemos de convertir San Félix en un referente moral y religioso en nuestro barrio. Las gentes han de encontrarse aquí a gusto, viendo que somos capaces de crear espacios sosegados para escuchar con delicadeza. Interpelar a quienes se acercan, saber dar respuesta a sus necesidades, acoger a toda persona que busca algo. 

Todo esto pide tiempo y dedicación. La misión necesita de estas dos coordenadas: tiempo y espacio. Tiempo para dedicar lo a los demás y un espacio, que es la parroquia, para atender con solicitud amorosa a quienes necesitan paz en sus vidas o, simplemente, alguien que les escuche sin prisa. Dar nuestro tiempo a Dios significa ayudar a otros a crecer.

Pasos a dar

1. Seguir comunicando los eventos parroquiales con ayuda de reflexiones que nos ayuden a todos.
2. Dar testimonio de los grupos y sus diferentes tareas y responsabilidades en las misas dominicales. Tenemos una gran variedad que muestra la riqueza pastoral de la parroquia, y conviene que todos conozcan la realidad parroquial en profundidad, así como las metas y objetivos que nos planteamos al servicio de la evangelización.
3. Pasar memorias anuales de las actividades parroquiales, así como las cuentas, para conocer el dinamismo vital de la comunidad y lo que nos permite realizar toda esta labor. Hay un gran esfuerzo para lograr el sustento del templo, las instalaciones y las diferentes actividades.
4. Ofrecer información a todos aquellos que pasen por el despacho parroquial: es una buena forma de dar a conocer lo que se hace en la parroquia y difundirlo en el barrio.
5. Continuar poniendo carteles informativos sobre las diferentes actividades, es otra vía de comunicación visual importante.
6. Mantener una presencia activa en redes sociales, pues hoy son muchos los que buscan información a través de la Red. No es menos importante estar en los medios digitales. Hay muchas personas que se interesan y van siguiendo con agrado nuestras reflexiones y comunicaciones.
7. Plantearnos un buzoneo en el barrio, somos muchos en la comunidad y cada cual puede difundir en su bloque información sobre lo que la parroquia ofrece.
8. Lo más importante: potenciar la comunicación directa de boca a oreja: es la más poderosa y personal, y en esto todos podemos colaborar. Cada feligrés es un apóstol en potencia. Así lo hicieron los seguidores de Jesús en los primeros tiempos y desde el primer momento: anunciaron y compartieron una experiencia que les cambió la vida.