domingo, octubre 06, 2013

Abrazando un nuevo proyecto pastoral

Empezamos el curso parroquial, con fuerza, renovados, empujados por la brisa de creatividad y libertad del Papa Francisco. Está marcando un estilo nuevo de ejercer el papado, con el entusiasmo y la fuerza de saber que se deja llevar por el soplo del Espíritu Santo. Sin temer a nada ni a nadie, sabiendo que lo único que le mueve es el anuncio gozoso de un Dios que se revela al hombre de hoy.

Deseo que nuestra parroquia se deje llevar también por ese aire nuevo que sopla en la Iglesia. Y, en sintonía con el Francisco, no solo el rector, el consejo pastoral y aquellos que colaboran en alguna tarea pastoral, sino todos los que participamos en la eucaristía, nos hagamos eco de este impulso de renovación de la Iglesia. Esto pasa por revisar a fondo la autenticidad de nuestro compromiso cristiano, que tiene como culmen el misterio de la eucaristía, expresión infinita del amor de Dios.

En el centro de un nuevo proyecto pastoral ha de estar el anuncio de la buena nueva del evangelio. Yo quisiera que cada uno de los que estamos aquí nos sintamos corresponsables de este proyecto, que afecta a nuestra vida entera. Por tanto, empezando por el rector y pasando por cada uno de nosotros, os invito a sumergiros en esta misión. Todos somos agentes de la pastoral, a la que la Iglesia nos llama. Nuestra vida cristiana no puede reducirse a cumplir el precepto dominical, hemos de ser cristianos contentos de vivir el don de nuestra fe. Queremos contagiar nuestra vivencia de Cristo. El ardor del fuego del Espíritu nos sostiene y Jesús resucitado vive en nosotros. Los que viven a nuestro alrededor deben verlo, hemos de irradiar a Cristo. Desde la experiencia íntima con él seremos fuego de su amor y haremos posible una Iglesia viva.

San Pedro habla de saber dar razón de nuestra esperanza. Cuando atravesamos la reja de la parroquia, cruzamos el vestíbulo y nos sumergimos en la eucaristía, seamos conscientes de que tomamos a Cristo con nuestras manos: él nos llena, vivamos esta experiencia de auténtico encuentro. Desde ese momento, con él dentro, nos  convertimos en otros cristos. Junto con él, cada uno en su ámbito, está llamado a ser apóstol entusiasta. Todo el trabajo pastoral surge de este encuentro.

Hagamos un pacto, desde nuestra comunidad, para contribuir al anuncio y la misión de la Iglesia. Si Cristo está en el centro de nuestra vida, la parroquia será la continuidad de su presencia. Pero si la parroquia se reduce a un lugar de recepción del sacramento, si no profundizamos en la palabra de Dios, en el compromiso evangelizador, en el anuncio gozoso de Cristo resucitado, nos quedaremos encerrados en una religión del mero rito, que no cambia nada.

Hemos de dar un paso más y hacer el esfuerzo de encontrar un espacio en medio de nuestras tareas profesionales y familiares. ¿Seremos capaces de encontrar un lugar para Cristo en nuestra vida? Pido a Dios por vosotros, para que tengáis la valentía de decir sí a Dios y convertiros en testimonios auténticos de su presencia. Sois la punta de lanza de la evangelización en el proyecto pastoral. Tenéis una misión: anunciar la experiencia de un Dios que se nos revela como Amor.

En cada eucaristía nos estamos anticipando al cielo. La misa es más que un precepto: es una fiesta, una vivencia sublime de amor. Hagamos que otros puedan vivir esta experiencia. Convirtámonos, todos, en misioneros de este amor que nunca pasa.

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