jueves, enero 06, 2011

Carta a los Magos de Oriente

Queridos Reyes Magos,
Tras un largo recorrido en busca de la verdad, la misteriosa estrella que iluminaba vuestras noches os llevó a Belén, a un establo donde yacía un bebé. En la mirada penetrante del niño y en su sonrisa inocente encontrasteis la respuesta a una larga búsqueda. Vosotros, que erais sabios y entendidos en astronomía, supisteis descubrir que en la humanidad de ese niño se escondía la clave del sentido último de vuestra existencia.
Supisteis arrodillaros ante la ternura de un niño. Toda la ciencia, toda la razón, os llevaron al umbral del misterio. El niño Dios os llevó a descubrir otra ciencia, la del amor. En aquel establo encontrasteis el fundamento y la razón de la única verdad. Vuestras vidas cambiaron para siempre.
Aquel niño culminó todas vuestras expectativas. Os encontrasteis cara a cara con el rostro de la humildad. Y esta os llevaría a adentraros más allá del ansia del saber. De científicos prestigiosos pasasteis a convertiros en sabios al encontraros con la humanidad de Dios.
En el misterio de Belén hallasteis la fuente de la sabiduría. Cuando un científico investiga y busca desde su humildad existencial, trasciende su saber y convierte su vida en un torrente de sabiduría. Cuando la filosofía y las ciencias ponen el amor en el centro de su búsqueda, rozan la trascendencia. Vosotros pasasteis de la metafísica al núcleo de la verdad revelada, que es la teología. Y, en definitiva, os encontrasteis con la encarnación del Hijo de Dios.
Vosotros recibisteis el mejor regalo, el secreto de toda ciencia, la Verdad con mayúscula. Quisiera pediros algunos regalos… pero, sobre todo, uno muy importante. Otros quizás os pidan regalos prácticos, utilitarios, lúdicos, tecnológicos… Yo quisiera pedir, para mi comunidad, tiempo, lucidez y serenidad.
Tiempo para contemplar lo que tenemos alrededor. Tiempo para sentir la emoción de un amanecer o contemplar un mar plateado, mientras las gaviotas surcan las nubes y descienden en picado sobre las olas; tiempo para la inspiración, la poesía, la belleza. Tiempo para dar gracias por la majestuosa luna que disipa la oscuridad de las noches. Tiempo para escuchar la melodía de la brisa y para admirar la armonía del universo. Tiempo para oler la fragancia de los campos y los bosques, que me hace sentir tan vivo.
Tiempo para acariciar las flores, para caminar descalzo y pisar la tierra que Dios nos da como regalo. Tiempo para admirar la creación, el hogar de todos, lugar privilegiado que podemos recrear con nuestras manos para nuestro disfrute.
Tiempo para detenerme y contemplar el juego de los niños, sus carreras, sus risas, su alegría, su vivacidad. Tiempo para escuchar apaciblemente a los ancianos, maestros de la vida. Tiempo para saborear la complicidad de un abrazo amigo. 
Tiempo para descansar, para el abandono; para reconocer, con humildad, que el mundo seguirá rodando sin nosotros el día que faltemos. Tiempo para la familia y para los amigos, que dan sentido a nuestra vida cada día. Tiempo para construir paz a nuestro alrededor.
Pido al Señor más tiempo para amar, para hacer cielo, para concebir una sociedad más justa y solidaria. Tiempo para la oración y para aprender a ponerme cara a cara ante Él y descubrir su empeño incansable en hacerme feliz.
Pero, sobre todo, pido tiempo para Dios, la razón última de mi existencia. Tiempo para los demás; tiempo para el amor de mi vida: Jesús, fundamento de mi sacerdocio.
Pido tiempo, también, para dejarme mecer en la calidez de María, madre de todos y, finalmente, tiempo para dejar que el Espíritu Santo susurre en mis oídos el plan apasionante que Dios tiene para mi vida.
Feliz fiesta de Reyes.

1 comentario:

mapasyfaros dijo...

Preciosa carta.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en saber aprovechar el tiempo en las cosas bellas, sencillas y buenas que Dios nos regala cada día.
Un abrazo.
Laura.