domingo, septiembre 09, 2007

¿Cómo evangelizar hoy?

Europa, tierra de misión

La secularización de la sociedad se va extendiendo día a día en los países que, tradicionalmente, eran de cultura cristiana. Vemos cómo proliferan ideologías, sectas o corrientes espirituales muy diversas, en tanto que se vacían las iglesias. La disminución de la práctica religiosa y la búsqueda de otras formas de espiritualidad pueden confundirnos y desorientarnos. También la inmigración venida de países que antes considerábamos de misión nos hace reflexionar. Cada vez es mayor la proporción de inmigrantes que acuden a nuestras misas, y son sus hijos los que llenan nuestras catequesis. Muchas de estas familias, venidas de América Latina o incluso de África, se sorprenden de la el Papa ha repetido en diversas ocasiones: Europa, hoy, es tierra de misión. Los cristianos occidentales tenemos ante nosotros el reto de impulsar una nueva evangelización.

Vivimos en un mundo convulso

Para poder plantearnos esta evangelización, es preciso mirar a nuestro entorno y conocer el contexto histórico de nuestra sociedad. ¿Qué observamos en el mundo hoy?

Se da una creciente tensión en las relaciones entre las personas y familias.
Estallan continuos conflictos bélicos y el terrorismo se expande.
Se invierten enormes sumas en investigaciones espaciales y bélicas, mientras problemas como el hambre, de más fácil solución, siguen azotando muchos países.
Muchos gobiernos son corruptos y caen en una mala gestión económica de los recursos.
Mucha gente vive al margen de Dios, por desconocimiento o rechazo.
La investigación genética lleva a la ciencia al límite, como en el caso de la clonación, suscitando un debate ético.
Se da una enorme expansión de la comunicación digital a la vez que se empobrece la comunicación interpersonal y se acrecienta la soledad.
Nuestra cultura es altamente tecnológica. Los conocimientos se multiplican exponencialmente.
Las diferencias sociales entre ricos y pobres se acentúan.
Aumentan la violencia familiar y la delincuencia.
La preocupación por el cambio climático y la conservación de nuestro medio natural crecen día a día.
Se dan cada vez mayores flujos migratorios entre países.
Caminamos hacia una sociedad global de mestizaje cultural.

Vivimos en un mundo convulso y cambiante, que evoluciona a gran velocidad. La rapidez de los cambios provoca incertidumbre y miedo en la sociedad. Se dan grandes oportunidades para la mejora de la vida humana pero también existen grandes riesgos. Sin embargo, la naturaleza de las personas es la misma ahora que siempre. Las personas seguimos teniendo las mismas necesidades, los mismos anhelos y la misma sed de plenitud que en los principios de la historia.

Jesús, nuestro modelo

¿Cómo evangelizar? De la misma forma que lo hizo Jesús. El es nuestro mejor maestro. Leamos despacio los evangelios y aprenderemos, a través de sus hechos y sus palabras, cómo llevar a cabo una evangelización convincente y totalmente respetuosa hacia la libertad de los demás.

Estos son algunos de los principios de la evangelización, al modo de Jesús:

1. Tener un profundo respeto a las personas. Nunca hemos de obligar a nadie a creer.
2. Saber escuchar. Atentamente, abiertos a las necesidades, deseos y aspiraciones de quienes nos rodean.
3. Vivir en todo momento dando testimonio de aquello que somos. No hay predicación más eficaz que el propio ejemplo.
4. Actuar con convicción, fieles a aquello que creemos y somos.
5. Proceder siempre con delicadeza. Las personas están faltadas de ternura, necesitan comprensión y afecto.
6. Mostrar cordialidad. Saber transmitir alegría, optimismo, esperanza.
7. Siempre con amabilidad. Todos somos sujetos de ser amados.
8. Sin temor a ser criticados, incluso rechazados o insultados por nuestras creencias.
9. Confiar siempre en Dios, ofreciéndole todo nuestro quehacer. Jesús dedicaba largas horas a la plegaria en soledad, con el Padre. Necesitamos beber de su fuente para tener la fuerza y la inspiración necesarias.
10. Poniendo el máximo empeño y dedicación por nuestra parte. Como decía San Pablo, “evangelizar a tiempo y a destiempo”, sin desfallecer. Pero, a la vez, con humildad, sabiendo que, finalmente, será Dios quien haga fructificar nuestros esfuerzos.

La coherencia cristiana

Hoy se da un importante descrédito de los cristianos y de la Iglesia. Se critica constantemente a la Iglesia como institución y una de las principales acusaciones, tal vez, es porque la sociedad no percibe coherencia entre su mensaje y el comportamiento de los creyentes. Por ello es clave nuestro testimonio como personas comprometidas y responsables de nuestra fe. Cada cristiano es un faro encendido en medio de un mundo desconcertado y apático. Para poder evangelizar y arrojar luz, nuestra vida tiene que estar llena de Dios.

Jesús predica con autoridad y con convicción porque habla de aquello que vive y lleva dentro. Lo primero que tenemos que hacer es digerir el Evangelio y aplicarlo a nuestra vida. A través de la palabra y la eucaristía, los cristianos estamos alimentados y fortalecidos para convertirnos en otros cristos y saciar el hambre de los demás. De esta manera podremos entusiasmar a la gente. Si la gente no cree en la trascendencia quizás sea porque nosotros no hemos sido capaces de despertar el apetito de Dios.

Necesitamos largos ratos de oración diaria. La oración nos dará caridad con las personas y firmeza para ser consecuentes con el mensaje de Jesús. Estamos llamados a convertirnos en un referente moral para los demás y a desprender el perfume de Dios a nuestro alrededor.

El núcleo de nuestro mensaje

Evangelizar significa anunciar la Buena Nueva. Hoy en día a la gente le falta fe, esperanza, amor, alegría, le falta tener algo o alguien por quien vivir y luchar. Las personas que viven de espaldas a Dios se secan por dentro. Todos necesitamos cariño y amor desde que nacemos hasta que dejamos de existir. El contenido de nuestra evangelización es un Dios Amor. La buena noticia es un Dios que se revela y se encarna en Jesús de Nazaret, con la única finalidad de que el hombre sea feliz y encuentre un sentido a su vida.

Creer pide más que unas prácticas religiosas o un cumplimiento de preceptos. Estamos llamados a vivir de acuerdo con aquello que creemos. Evangelizar requiere pasar a la acción y convertirnos en agentes de paz, amor y alegría.