domingo, junio 21, 2009

El sagrado corazón de Jesús

Una vida entregada por amor

El corazón es un órgano vital que nos mantiene vivos. Es un gran músculo que no para de latir. Su función es bombear la sangre para que llegue a todas las células del cuerpo. Sin él no tendríamos vida. Los poetas utilizan la expresión “corazón” para describir el lugar donde se albergan profundos sentimientos. En las relaciones humanas, cuando se produce una ruptura, se dice que “me has partido el corazón”. Desde la teología, el corazón es un lugar de comunicación íntima con Dios.

El origen de la devoción al sagrado corazón de Jesús está en una experiencia mística que tuvo santa Margarita de Alacoque, joven religiosa que vivió en Francia en el s. XVII. En su visión se le apareció Cristo y le pidió que se uniera a su sufrimiento para desagraviarlo por todos los desprecios y el rechazo a su amor.

Contemplar el corazón de Jesús es contemplar el rostro de un hombre que es capaz de morir por amor. Su corazón atravesado por una lanza expresa hasta qué punto está dispuesto a todo para hacer la voluntad de Dios Padre. Cristo asume el suplicio para redimir a la humanidad. Jesús es la imagen del corazón mismo de Dios. El Padre y el Hijo tienen un solo corazón y un único deseo: la salvación de todos.

El corazón, un sagrario

¿Cómo vivir la devoción al Sagrado Corazón? La mejor manera es imitar a Jesús, sintonizando con él y abandonándonos en manos de Dios Padre. Y esto lo haremos amándole y cumpliendo su voluntad, pese a nuestras limitaciones y pecados; aceptando que el amor tiene dos caras, el gozo y el dolor.

Cuando dejamos que Dios entre en nuestro corazón, lo convertimos en un lugar santo y sagrado. En la eucaristía encontramos a Cristo, vivo y presente. De la misma manera que en la fiesta de Corpus paseamos la custodia, nosotros también llevamos a Cristo en nuestro interior cuando lo recibimos y lo imitamos.

Un amor que cambia la vida

El amor de Dios se enciende en nosotros cuando buscamos una relación personal con Jesús, de tú a tú. Al abrirle nuestro interior, se fragua una amistad profunda que nos hará sentir cada vez más identificados con él. Quien se enamora de Cristo cambia totalmente su vida, como lo vemos en San Pablo. El Saulo perseguidor se convierte en Pablo; Simón el pescador se convierte en Pedro. Cuando se produce un encuentro definitivo con Cristo, la vida da un vuelco para siempre.

Cómo vivir la devoción al Sagrado Corazón

¿Qué podemos hacer para parecernos cada vez más a Cristo?
Amar con intensidad a los demás, tal como son. Dios nos quiere como somos.
Mirar a Jesús en la cruz, descubrirlo en la eucaristía y en las demás personas.
No es suficiente saber, sino que es necesario dar testimonio. Jesús fue coherente: entre lo que dijo e hizo no había diferencia.

La oración nos ha de llevar a entregarnos y a mejorar nuestra vida. Nos ha de impulsar a vivir con más intensidad el amor a Dios y a los demás. La devoción al Sagrado Corazón nos ha de convertir en corazones ardientes en medio del mundo.

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