Ayuno, abstinencia y penitencia
Uno
de los gestos propios de la Cuaresma es el ayuno. El
ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. A las personas a quienes
esto les cuesta mucho, algunos moralistas proponen que coman la mitad de lo que
suelen tomar.
¿Cuándo
la Iglesia propone ayunar? En dos días especiales: miércoles de Ceniza y
Viernes Santo.
La
abstinencia es diferente: consiste en no tomar carne, y
se recomienda todos los viernes del año. Sí se pueden tomar caldo de carne,
huevos y productos lácteos.
Están
exentos de ayuno y abstinencia los menores de edad y las personas enfermas y
mayores de 65 años.
La
abstinencia de los viernes fuera de Cuaresma se puede sustituir por otros
gestos, como visitar enfermos, dar una limosna, rezar el Rosario, una visita al
Santísimo… Cualquier obra de caridad hecha no por obligación (como una misa de
precepto) sino por deseo de hacer el bien.
Las
prácticas ascéticas tienen un sentido. Se trata de superar la inercia y ser capaces de hacer un sacrificio o una
renuncia por amor a Jesucristo y a los demás. Estas privaciones son
voluntarias, y se ofrecen como acto de generosidad.
En un mundo que sobrevalora la posesión de
bienes materiales y que pone la felicidad en lo que se tiene, el ayuno y la
abstinencia nos recuerdan que la felicidad no está en el tener, sino en lo más
profundo de nuestro ser. La felicidad brota como consecuencia de una actitud
interior, no depende de lo que nos pasa, sino de cómo lo aceptamos y vivimos.
Por eso, ser capaces de renunciar a algo, ya sea comida, o dinero, o tiempo, y
hacerlo de manera alegre y con ganas, es un gesto de libertad. Demostramos así
que nada nos ata, que tenemos el corazón ágil para
no acomodarnos y que somos capaces de responder a las demandas de la caridad.
Este es el sentido profundo de la penitencia, palabra que significa
purificación, limpieza. Amando estamos lavando a fondo nuestra alma, la morada
interior.
El sentido del ayuno
Todas las religiones del mundo contemplan
esta práctica. Hoy también sabemos que el ayuno en su medida es saludable, y
muchos médicos lo recomiendan como terapia regeneradora y curativa. En ciertos
ámbitos incluso está de moda y se practica con finalidades sanitarias y
estéticas.
Pero, ¿qué sentido espiritual tiene el ayuno? Es fácil caer en la tentación
de convertir el ayuno en un acto heroico, de fuerza de voluntad, que reafirma
nuestro autodominio y nuestra superioridad moral. El ayuno vivido así puede
alimentar el orgullo y no beneficia a nadie.
Jesús ayunó en el desierto y habló del
ayuno como medio para expulsar demonios. Pero él no fue un asiduo practicante
ni obligó a sus discípulos. En los evangelios se narra cómo los fariseos lo
critican porque ni él ni sus seguidores ayunan. Jesús responde que nadie ayuna
en una boda mientras están de fiesta, con el novio. Es decir, cuando hay
motivos para la alegría no tiene sentido alguno castigarse.
Los profetas del Antiguo Testamento tienen
palabras muy duras contra las prácticas aparentemente devotas, pero en el fondo
hipócritas e interesadas. Dice Isaías (58, 6): Este es el ayuno que yo quiero: que rompáis
las cadenas injustas, que liberéis a los esclavos, que dejéis en libertad a los
oprimidos y les quitéis toda deuda. Que partáis el pan con el hambriento, que
deis refugio a los pobres y a los que no poseen vestido, que acojáis a los
desvalidos y los ayudéis.
El ayuno tiene dos caras. Por un lado se
trata de privarse de algo que no necesitamos pero a lo que estamos apegados.
Dice Jesús que lo que contamina no es lo que entra, sino lo que sale del
interior. ¿Ayunaremos de críticas? ¿Ayunaremos de quejas? ¿De tristezas, de amarguras,
de agravios acumulados? ¿Ayunaremos de malas caras, malos humores y golpes de
mal genio? ¿Ayunaremos de televisión, de comadreos, de conversaciones
estériles? ¿De envidias y resentimientos? ¿Ayunaremos de avaricia?
La cara positiva del ayuno es la
generosidad: compartir, dar algo de nosotros, tener el corazón abierto. No
puede ser que alguien esté sufriendo a nuestro lado, que una familia padezca
necesidad, ¡y no hagamos nada por ayudar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario