El Papa Francisco nos sigue inspirando a vivir de firme este tiempo de Cuaresma.
La oración
«Ante las heridas que nos hacen daño y nos podrían endurecer el corazón, estamos llamados a sumergirnos en el mar de la oración, que es el mar inmenso de Dios, para gustar su ternura. La Cuaresma es tiempo de oración, de una oración más intensa, más prolongada, más asidua, capaz de hacerse cargo de las necesidades de los hermanos.»
El ayuno
«El ayuno comporta la elección de una vida sobria, un estilo de vida que no derrocha, que no descarta. Ayunar nos entrena el corazón en la esencialidad y en el compartir. Es un signo de responsabilidad ante las injusticias, los atropellos, especialmente hacia los pobres y los pequeños. El ayuno es signo de confianza en Dios y en su Providencia.»
La limosna
«La limosna nos ayuda a vivir la gratuidad del don, que es libertad de la obsesión del poseer, del miedo a perder lo que tenemos, de la tristeza de quien no quiere compartir con los demás el propio bienestar.»
¡Qué certeras son estas palabras! Con la reflexión sobre el ayuno y la limosna el Papa nos recuerda que la conversión lleva a romper la dureza del corazón. No se trata tanto de privarse de comida o hacer régimen, como de vivir con sobriedad y ser sensibles a las necesidades de los demás. El Papa nos invita a ser misericordiosos y generosos. En la parroquia vemos a personas pobres que vienen a Cáritas, al comedor, a pedir apoyo… La parroquia misma está necesitada de ayuda para funcionar. ¿Nos dejaremos tocar el corazón? Este tiempo de Cuaresma nos llama no aferrarnos a nuestro dinero, a no cerrarnos ni a obsesionarnos por quedarnos sin recursos. Confiemos en la Providencia y seamos providentes con los demás. Abramos el corazón y abramos nuestra mano para ayudar a la comunidad.
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