Este verano he tenido la oportunidad de leer una novela que quiero comentar y recomendar por la actualidad de su tema y por la hondura de las reflexiones que propone. Su autor es un sacerdote y misionero amigo mío; actualmente vive en Colombia, donde ejerce su ministerio pastoral.
La renuncia de Benedicto XVI al papado en 2013 fue un
acontecimiento que no sólo conmovió a la Iglesia, sino que levantó polvareda en
todo el mundo. No se conocía otro caso, excepto el de Celestino V, papa de
finales del siglo XIII que venía de la vida eremítica, ocupó la sede petrina
durante unos meses y al poco tiempo abdicó. ¿Por qué Celestino quiso renunciar?
¿Cuáles fueron sus verdaderos motivos?
En su novela La renuncia, Martí Colom apunta posibles respuestas. Se trata de un relato
espléndido, escrito con prosa enérgica y elegante, donde se entrelazan dos
historias aparentemente muy distintas: la del viejo ermitaño Pietro de Morrone,
nombrado Celestino V como papa, y la de Marcos Terrero, un dominicano
superviviente de la guerrilla y exiliado durante años en París, donde ejerce
como profesor de historia medieval. En el relato aparecen personajes históricos
como el rey Carlos de Nápoles, el cardenal Gaetani, futuro papa Bonifacio VIII,
y el filósofo y teólogo mallorquín Ramón Llull, con su audaz propuesta de
evangelización, así como el coronel Caamaño, jefe militar de la oposición a la
dictadura del presidente Balaguer.
A veces, las decisiones más valientes son las más
incomprendidas. Y lo que parece un fracaso es un triunfo de la voluntad y la
fidelidad a los propios principios y valores. En esta historia, donde las
intrigas por el poder chocan con los anhelos más genuinos de sus protagonistas,
Martí Colom propone una reflexión muy profunda sobre la Iglesia y su misión,
pero también sobre la autenticidad humana y el valor de las decisiones
personales.
«¿Cuál es el peor pecado de los hijos de la Iglesia? ¿Y
nuestro mayor error? ¿Y nuestro olvido más grave?» Martí Colom no duda en
afrontar las flaquezas y los errores de la Iglesia, en el pasado y en el
presente, con diálogos jugosos entre sus personajes y discursos que no dejan al
lector indiferente. «La barca, la Iglesia, que es algo santo y necesario, a
veces también puede ser aquello que, a causa de nuestro propio deseo de
seguridad, nos encarcele.» En la línea del papa Francisco, Colom cuestiona el
anquilosamiento de las instituciones eclesiásticas y la búsqueda de falsas
seguridades en la autoridad, las riquezas y la pompa, lejos del evangelio y de
los pasos de Jesús.
En una sociedad que deifica el éxito, Colom escribe frases
que impactan al lector e invitan a una relectura pausada: «…nos salva el amor,
la ambición nos condena. […] Y el verdadero éxito no es conseguir todo lo que
soñamos, o la vida inmaculada, perfecta (inalcanzable) de que me hablabas… sino
acertar en nuestros sueños, dotarlos de ternura.»
En definitiva, es una lectura absolutamente recomendable, de
estas que dejan poso, te hacen replantearte cuestiones muy vitales y se
terminan con el deseo de volverla a leer, saboreándola despacio.
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