Empezamos un nuevo curso
pastoral. Y lo hacemos con una fiesta, la eucaristía, el encuentro semanal que
nos reúne a toda la comunidad.
Os invito a todos a vivir a
fondo este nuevo curso con una mayor consciencia de ser familia de Cristo. No
estamos solos. No practicamos nuestra fe de manera individual y privada. De la
misma manera que no podemos nacer ni crecer sin el apoyo de los padres, la
familia y la sociedad, tampoco podemos crecer en la fe si no la vivimos en
comunidad.
La misa no es un ritual para uno
mismo, ni una obligación individual. La eucaristía es un ágape comunitario.
Jesús no se nos entrega en solitario, sino a todos. Cuando comulgamos, este
mismo Cristo, que viene a mí, está también en los demás.
Más allá de los vínculos que
unen a las familias de carne, a los cristianos nos une algo mucho más grande:
el mismo Jesús, su vida, su amor. Esto sólo tendría que bastar para afianzar la
amistad y la solidaridad entre nosotros. Así lo vivían los primeros cristianos.
Las gentes que los veían decían: ¡Cómo se quieren! Cómo se ayudan. Cómo
socorren a los más pobres y vulnerables. ¿Por qué hoy no dicen lo mismo de los
cristianos? Las gentes del barrio, de la ciudad, ¿podrían decir lo mismo de
nuestra comunidad parroquial?
La parroquia es mucho más que
este hermoso patio, este templo, estos edificios. La parroquia, en realidad, no
es esto: la parroquia está hecha de piedras vivas, todos los que, cada semana,
llenamos el templo y la capilla. Entre todos formamos parte del cuerpo de
Cristo, vivo, aquí, en el barrio y en Barcelona. ¿Estamos de verdad unidos?
¿Damos testimonio?
Empecemos este curso caminando juntos. Cada parroquia o movimiento tiene su calendario anual. Es nuestra agenda, un calendario para vivir nuestra fe en comunidad durante todo el año. Es importante conservarla con cariño e incorporar los eventos señalados como parte de nuestras agendas y nuestra realidad de cada día.
Empecemos este curso caminando juntos. Cada parroquia o movimiento tiene su calendario anual. Es nuestra agenda, un calendario para vivir nuestra fe en comunidad durante todo el año. Es importante conservarla con cariño e incorporar los eventos señalados como parte de nuestras agendas y nuestra realidad de cada día.
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