En el tiempo de Adviento los evangelios nos invitan una y otra vez a velar. Velad, vigilad, estad alerta. Es una invitación a vivir despiertos. Los cristianos no podemos pasar por la vida como sonámbulos, apáticos o indiferentes. Jesús nos llama a vivir con pasión, “mordiendo la vida”, entregándonos a fondo a todo lo que hacemos. Jesús muchas veces nos alerta: tenemos orejas pero no oímos, tenemos ojos pero no vemos. Esto también nos pasa a los creyentes de hoy. Venimos a misa, participamos en las celebraciones, el mismo Cristo viene ante nosotros… ¡y parece que nada suceda! ¿Tan adormecidos estamos?
Vivir despiertos es vivir atentos a lo que sucede a nuestro alrededor. Es mirar, escuchar, atender… Es ver a las otras personas, fijarnos en ellas, intentar comprenderlas y hacer algo para ayudarlas, o aumentar su felicidad. Vivir despiertos es no ignorar a nadie, especialmente a los que no tienen voz. Es mirar al pobre, al solitario, al abandonado, con ojos de Dios: ojos tiernos, atentos, comprensivos y compasivos. Vivir despiertos es conectar con los demás, conectar con Dios, expresarnos y acoger lo que los otros nos pueden decir. Vivir despiertos es entrar en comunicación.
En las parroquias es vital la comunicación. Cada semana estamos comunicando noticias a los feligreses: no son un telediario, sino una invitación a participar, porque somos una gran familia. En una familia las noticias interesan, queremos estar enterados de todo y saber qué ocurre. Los demás nos importan. En la parroquia, si realmente nos sentimos familia, hermanos de todos, también nos importarán las novedades y las escucharemos con interés. Cada semana ofrecemos la hoja. Comunicamos en misa, de viva voz; comunicamos de tú a tú, ponemos carteles en la puerta y, a los que tenéis Internet, os enviamos la web y correos electrónicos. ¡La comunicación no falta, y muchas maneras! Quizás lo que falla a veces no es la transmisión sino la escucha… ¿Tenemos las antenas abiertas y sintonizadas? ¿Estamos abiertos a recibir? Velad, dice Jesús. Vivid despiertos. El primer paso para esto es sentirnos familia y escuchar.
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