Su intenso
amor a Jesús era más fuerte que la pompa que le ofrecían y el dolor con que lo
amenazaban. No se movió ni un milímetro de sus profundas convicciones. Sin
miedo, aceptó con serenidad la muerte como precio a pagar.
Su ejemplo
tenaz es un gran modelo para todos nosotros, que pertenecemos a una comunidad
bajo su patrocinio. San Félix, para nosotros, ha de ser un revulsivo que nos
ayude a vivir con más valentía nuestra fe y nuestra pertenencia a la parroquia.
La vocación cristiana supone muchas veces tener la osadía de salir de nosotros
mismos, desinstalarnos e iniciar un proceso de conversión interior, el único
camino que nos llevará a Jesús. San Félix nos enseña a permanecer fieles en
nuestro compromiso, como él hizo. Nos anima a trabajar con ahínco para expandir
la buena nueva y contribuir, con nuestra vida y ejemplo, a la gran tarea de dar
a conocer a Jesús. Él estuvo dispuesto a todo. No se echó atrás. Con su
predicación muchas personas se convirtieron al cristianismo.
Hoy, nuestra
labor es más necesaria que nunca. Seamos conscientes de esto. De la profesión
de fe hemos de pasar a una evangelización activa, capaz incluso de dar la vida.
Nuestra fe cristiana ha pasado a ser una religión de culto y precepto, quizás
muy adormecida. En la sociedad, es vista con apatía, indiferencia e incluso
desprecio.
San Félix
vivió su fe con enorme coraje y hasta las últimas consecuencias. Para los que
estamos bajo su protección, su martirio nos ha de impulsar a vivir con mayor
entusiasmo nuestra fe comunitaria. Hoy la situación es diferente que en tiempos
de San Félix. Pero la evangelización sigue siendo una urgencia, empezando por
nosotros mismos. La Iglesia debe autoevangelizarse para despertar de su letargo
y ser un testimonio valiente ante los que pasan, ante los tibios y ante los que
están en contra de todo.
Encomendémonos
a san Félix para que nos contagie su férrea fe y nos ayude a no desfallecer
nunca a la hora de testimoniar la presencia viva de Dios en nuestro mundo. Que
su sangre, derramada como mártir, sea semilla de una nueva experiencia de
encuentro con Jesús y contribuya a que muchos otros, viendo nuestro ejemplo
audaz, quieran seguir este camino.
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