El discernimiento como herramienta evangelizadora
Todos vemos clara la necesidad urgente de evangelizar. Ante
un vacío de referentes, las ideologías hacen estragos en muchas personas que se
sienten inseguras, porque no tienen un marco de valores referenciales y están
perdidas.
La sociedad necesita con urgencia respuestas a sus retos más
acuciantes. Pero, antes de ofrecer alternativas desde nuestra opción cristiana,
hemos de tener una actitud de escucha, diálogo y comprensión. El talante y la
forma son tan importantes como el contenido evangelizador.
Para ello es necesario potenciar nuestra capacidad de
discernimiento. Discernir es distinguir, clarificar, objetivar la realidad,
dejando de lado cualquier tendencia ideológica o interés personal.
Sobre todo, nunca hay que imponer nada a nadie, aunque nos
parezca lo mejor, sino ofrecer, mostrar, revelar que lo que decimos responde a
todo aquello que nos motiva: el valor de la vida, la fe, el amor y la
esperanza. Actuemos como Jesús. Cuando los primeros discípulos quisieron saber
más, le preguntaron: ¿Dónde vives? Él respondió: Venid y lo veréis.
Es necesario conocer a la persona, sus preocupaciones,
angustias y situación vital, mirándola no por encima, sino al mismo nivel que
nosotros. Así podremos iniciar una pedagogía que la ayude a descubrir, no tanto
el valor de nuestro discurso, sino lo que somos y las razones por las que Jesús
es el centro de nuestra vida.
Para discernir es necesario buscar ratos de soledad y
silencio. En el diálogo íntimo con Dios Padre encontraremos la lucidez. Con un
buen discernimiento podremos actuar de manera clara. En la base de la
evangelización está el testimonio de una vida coherente y una adhesión total a
todo aquello que estamos anunciando.
Dilucidar cómo, cuándo, dónde y con qué actitud es
fundamental para acertar. Antes de pensar lo que vamos a decir o proponer, es
importante preguntarse a uno mismo: ¿Mi vida tiene que ver con aquello que voy
a comunicar? ¿Voy a ser lo bastante motivador para despertar en el otro una
actitud de escucha y de interés? Es necesario mirar desde la distancia justa
para que nuestro excesivo celo apostólico no nos haga imprudentes ni
autosuficientes ante el otro.
Buscar el momento adecuado, el respeto, la delicadeza y la
humildad son actitudes que hemos de vigilar mucho para no caer en una cierta
prepotencia espiritual. Dios nos habla susurrando al oído. Evidentemente, eso
no quita en absoluto la fuerza de nuestras convicciones. El cómo y el qué han
de ir unidos de la mano para hacer fecunda nuestra labor evangelizadora.
Evangelizar no es conquistar, es proponer un estilo de vida,
una forma de ser, un talante, un modelo donde Jesús es la fuente inspiradora de
todo aquello que somos, decimos y hacemos. El discernimiento tiene que ver con
armonizar estas tres dimensiones. Hemos de reflexionar lo que decimos para que
sea coherente con lo que hacemos. Y, cuando actuemos, que lo que hagamos sea
coherente con aquello que decimos. Y estos dos aspectos, hacer y decir, que
tengan que ver con lo que somos, vitalmente: cristianos enamorados del proyecto
que nos ofrece Jesús para alcanzar nuestra plenitud humana y espiritual.
Cuaresma es un tiempo en que se nos invita a renovar nuestra
oración. Dejar que Dios nos hable, en el silencio, es la fuente de nuestro
discernimiento.
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