Cuando llegué a mi nueva parroquia, en agosto de 2010, estaba muy ilusionado en mi destino, con el deseo firme de hacer crecer la comunidad y ampliar sus horizontes.
Era
una nueva etapa en mi vida sacerdotal, y ansiaba darlo todo para dinamizar la
comunidad. Era consciente de que los anteriores sacerdotes se habían volcado
totalmente a su ministerio y pude ver los frutos que dieron mosén Mariné y el
padre Juan Barrio, sacerdotes buenos que se habían entregado a su tarea pastoral.
Heredaba
una comunidad de personas con una fortaleza religiosa y una fe recia. Los
sacerdotes y muchos feligreses que ya han fallecido, contribuyeron con su celo
apostólico a que la parroquia fuera creciendo con gran dinamismo.
Tomé
posesión el 19 de septiembre de 2010, asumiendo la responsabilidad como rector,
de manos del
entonces arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.
Fue
entonces cuando encomendé la misión pastoral de mi parroquia al santo cura de
Ars. Invocando su ayuda, inicié con ilusión mi nueva tarea.
Aunque
todo lo que se había hecho anteriormente era muy valioso, me pareció oportuno
empezar por algo que consideraba crucial para la actividad parroquial. Quise
empezar dignificando y mejorando los espacios y equipamientos donde se realizaban
las diversas actividades pastorales. Observando y rezando, discerní lo que era
bueno para lograr una mayor implicación por parte de los feligreses, con el fin
de cohesionar más a la comunidad. Aunque pueda parecer obvio, siempre he creído
que una forma de evangelizar es a través de la belleza, el cuidado, la mejora,
la higiene y la dignidad de los espacios donde la Iglesia desarrolla su misión.
Empecé
por reparar y mejorar las diferentes salas: Cáritas, tertulias, catequesis. Y,
cómo no, especialmente el templo, como lugar sagrado donde la comunidad celebra
su fe en la eucaristía.
De
aquí, no sin esfuerzo, fui trabajando con un grupo de feligreses comprometidos
e implicados en la mejora de las estructuras y los equipamientos parroquiales.
Han
pasado casi doce años y seguimos trabajando para seguir mejorando. Mi deseo es
crear confort y bienestar espiritual, favoreciendo, con un espacio bello y
agradable, un marco para un fuerte empuje evangelizador. Todo esto lo estamos
logrando gracias a la generosidad de muchos de vosotros. Y todo esto sin
descuidar lo esencial de mi ministerio: acercaros más a Dios, posibilitar vuestro crecimiento en
la fe, así como haceros conscientes de la tarea misionera que todos tenemos,
laicos y sacerdotes. En otras memorias detallaremos más iniciativas, fruto de
esta toma de consciencia de nuestra misión evangelizadora. A pesar de los
vaivenes internos y de los condicionantes de una cultura secular que afecta a
la Iglesia, la llamita de San Félix sigue dando luz y esperanza.
1 comentario:
Felicidades
mn Joaquín por su trabajo en esta Parroquia que desde hace un año es la mía.
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