domingo, junio 19, 2022

Volvemos a ti

Desde el silencio volvemos a ti, acercándonos para escuchar tu susurro divino que convierte nuestra alma en una nueva aurora.

Los rayos de tu cálida presencia nos iluminan. El mundo renace y tu dulce compañía hace vibrar con intensidad nuestro corazón.

Delante de ti, volvemos a contemplarte. Sentimos la fuerza de tu amor que se desborda sobre nosotros, pequeña comunidad. Desde ese cachito de pan, derramas tu bondad invitándonos a comer y a alimentarnos de ti. El olor de tu pan sagrado es aroma celestial, que penetra hasta las profundidades de nuestro ser. Este tiempo contigo se convierte en un cielo, promesa del encuentro definitivo. Hoy queremos contemplarte, cantarte, mirarte. Sabemos que tu silenciosa presencia es real, cercana y viva, en este pequeño Tabor eucarístico. Quisiéramos eternizar este encuentro que ilumina nuestra alma con la luz de tu presencia.

El asombro y la devoción se apoderan de nosotros. Deseamos fundirnos contigo, ser parte de esta hermosa revelación que nos haces. Tu pan, que hoy podemos comer, es tu cuerpo entregado por amor y sacramento permanente de tu presencia. Y tu sangre vertida es el vino de la nueva alianza, sellada para siempre con todos nosotros.

Nuestro mundo postmoderno necesita de testimonios auténticos. Ojalá, con fuerza y delicadeza, seamos capaces de transmitir lo que celebramos: Dios en la cruz, hecho hombre, que se entrega dando su vida. Y Dios hecho pan, para poder alimentarnos de su vida. Es tanto su amor que se convierte en materia para que podamos metabolizarlo dentro de nosotros. Así nos convertiremos en otros Jesús, capaces de abrazar el misterio de una vida que se da sin reservas. Sólo cuando nos identifiquemos contigo, en profunda sintonía, estaremos preparados para dar el salto, como decía san Pablo: Ya no soy yo sino Cristo quien vive en mí. Será entonces cuando el miedo desaparecerá, porque estaremos dispuestos a todo, incluso al martirio y a la cruz. Nada será impedimento, sino lanzadera hacia una vida nueva.

Hoy hemos actualizado ese inmenso amor, expresión de una entrega total. Hoy queremos, con la ayuda de tu divina providencia, convertirnos en un cachito de pan para los demás. Muchos se acercarán a Ti si somos capaces de hacerlo.

Gracias por tanto don. Sólo me queda arrodillarme y, en silencio, adorarte.

1 comentario:

Montse de Paz dijo...

"Convertirnos en cachito de pan para los demás"... Esto es ir un paso más allá de la devoción. No quedarnos en la adoración, sino completarla con la entrega de sí. Lo que Jesús pedía a los suyos y nos sigue pidiendo hoy: "Dadles vosotros de comer". No solo pan de harina.
Fue una celebración preciosa.