En este
tiempo previo a la Navidad queremos ahondar en el misterio de una realidad
sublime; en el origen de Tu presencia frágil, callada, humilde.
Tu grandeza
se expresa en lo pequeño, en lo vulnerable: un Dios que se hace carne humana.
Un Dios que, haciéndose hombre, se somete a las leyes de la naturaleza. Aquel
bebé nace en Belén, en un entorno de pobreza, sufriendo las inclemencias del tiempo
y la soledad de la noche. El Dios omnipotente se hace uno de nosotros.
Aquí reside
la grandeza de Dios, que por amor se hace hombre, y para que podamos amarlo se
hace indigente. Pobre y desamparado, nos pide la limosna de nuestra ternura. De
Belén al cielo, y del cielo vuelve de nuevo a hacerse materia en la Hostia
sagrada para conectar con los anhelos más profundos de nuestra alma, que busca
dar sentido a la existencia.
Hoy, aquí,
en esta noche oscura de invierno, nuestro corazón brilla porque de nuevo nos
invitas a estar contigo una hora, paladeando las delicias de un misterio que se
nos revela en la presencia del sagrario.
La liturgia
celebra este tiempo de Adviento para prepararnos, recordar y actualizar las
promesas de los antiguos a la espera del Mesías.
Jesús,
sabemos que llegaste porque el hombre necesitaba ver esas promesas cumplidas.
Sin tu luz, nos deslizaríamos hacia la oscuridad. Qué bueno que llegaste, no
entre rayos y truenos, ni en un palacio real. Llegaste a Belén, y después a
Nazaret, una pequeña aldea. Llegaste al pesebre del corazón humano para
abrirnos al misterio que Dios nos desvelaba en Ti.
«El pueblo
que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz». Hoy, aquí, experimentamos tu retorno
del cielo a la tierra, convertida en otro cielo cuando te contemplamos en este
templo sencillo, con ansias de revivir nuestra vocación de cristianos y
seguidores tuyos.
Aquella
noche, hace dos mil años, todo el universo contuvo el aliento ante tal
acontecimiento. El Dios de las alturas se desplegaba, manifestando su gloria al
mundo desde una pequeña cueva. Aquí está el misterio insondable de un Dios que
ha salido de su omnipotencia para que el hombre descubra la naturaleza de su
alma. Él se achica y el hombre aprende a abrirse, a crecer, a responder a su
vocación personal. Primero, reconocer y admirar tanto don. Y segundo, anunciar
esta alegría inagotable.
Dios ya está
aquí. Se acabó el deambular y transitar por los caminos que llevan a la decadencia.
Ahora ya, con su venida, todo se despeja delante de nosotros. Empieza la gran
aventura: responder a esta gesta divina con nuestra entrega y valor.
En esta
noche, Jesús, queremos pedirte que nos ayudes a ser pregoneros de tu visita a
la humanidad, con el entusiasmo de aquellos pastores sencillos que cuidaban su
rebaño al raso. El impacto de esta noticia fue tal que, pese al frío, fueron
corriendo a adorar al niño, hijo de María.
Hoy queremos
correr para adorarte y reconocer que sólo tú puedes darnos una inmensa alegría.
Sí, a pesar de las enormes inclemencias que padece muchas veces nuestra alma,
hoy estás aquí, entre nosotros. Recordamos que un día naciste y que permaneces
para siempre en esta bella Hostia sagrada contenida en la custodia.
¡Gracias
por estar con nosotros!
4 comentarios:
Muchas gracias por publicar la oración que compuso para la Vela del pasado jueves. Ayuda rezarla al visitar a Jesús en el Sagrario.
"Llegaste al pesebre del corazón humano"... Qué bella manera de entender y vivir la Navidad. Que sea así, en cada uno de nosotros. Convertidos en pesebre, ¡qué privilegio! Gracias.
Que nos ayudes a ser pregoneros de tu visita a la humanidad. Que lis cristianos seamos eso PREGONEROS de Cristo con nuestra vida.
A mi siempre me encantan los escritos de Pé Joaquin que con mucha doçura y sencillez describe con clareza los misterios divinos .
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