En este tiempo de Cuaresma, camino hacia la Pascua,
cuando la primavera está a punto de estallar, volvemos a ti con el deseo de
ahondar en el misterio de tu amor. Tu aceptación serena de la cruz pone de
manifiesto tu entrega a la humanidad.
Dios nos crea, cuida y ama. No se desentiende de sus
criaturas. Somos parte de la creación pero, además, nos envía a su hijo
predilecto para que nuestra existencia material reciba algo más: una vida
sobrenatural, con sentido y orientada hacia la búsqueda del bien.
Podemos descubrir el sentido de la vida si nos abrimos
a la voluntad de Dios y a sus designios. La Iglesia, sabia maestra, nos propone
este tiempo de mayor silencio, un paréntesis para aprender a estar con él y
vivir con más hondura nuestra experiencia cristiana. El silencio nos ayuda a
interiorizar lo que implica este vínculo con Dios.
La Cuaresma ha de ser una llamada a ser más
conscientes del don que tenemos. La presencia de Jesús en la eucaristía expresa
su deseo de no dejarnos huérfanos. En la hostia sagrada, él permanece para
siempre con nosotros.
A las puertas de la Semana Santa, nos vamos adentrando
en el misterio de su pasión y muerte. Dócil a Dios, asume con libertad y por
amor el precio de su entrega: su vida como rescate para que no nos deslicemos hacia
el abismo del pecado.
Señor, con tu muerte en la cruz rescatas al hombre
alejado de ti, roto y desorientado, perdida su identidad más genuina: ser hijo
de Dios.
Cuando nos desenraizamos de ti, vamos a la deriva, sin
rumbo. Tu cruz fue el último plan para rescatarnos. Llegaste a derramar tu
sangre, toda tu vida, aceptando el martirio y un sufrimiento extremo, todo por
amor y para salvarnos.
Después de tu resurrección, te conviertes en pan y en
vino para que nuestra vida forme parte de ti. Pues cada vez que te tomamos
recibimos el pan sagrado.
Yo quisiera que, en este tiempo, aprendamos a callar
más y hablar menos. Porque sólo así el silencio será fecundo. Sin ruidos
interiores, podremos sintonizar con aquello que tú deseas para cada uno de
nosotros.
Dejemos de inquietarnos por todo: tú estás ahí y nunca
nos dejas. A veces sentimos vértigo y nos cuesta cambiar de rumbo. Tú eres el
único faro que ilumina nuestras vidas y nos da serenidad en medio del combate
diario. En ti podemos descansar.
Tú eres nuestra calma, tu corazón es un oasis en medio
del desierto árido de nuestra vida. Queremos que la lluvia de tu gracia nos
regenere, queremos volver a ti con la confianza y el abandono de un niño.
Queremos, en este tiempo de Cuaresma, desde el
silencio más primigenio de nuestro corazón, volver a sellar la amistad que tú
nos ofreciste, para disfrutar de una experiencia cercana e íntima.
Queremos ser parte de ti.
Deseamos renovar ese sí que un día te dimos desde
nuestra vocación, cada uno según la llamada que le hiciste. Que nuestro vínculo
contigo se fortalezca hasta ser irrompible, permaneciendo en el tiempo.
Tú, en la santa hostia, nos enseñaste que tu fidelidad
es eterna. Queremos, en estos días cercanos a tu pasión, acompañarte hasta el
Calvario, ayudándote a sostener el pesado madero y a empapar tu rostro
ensangrentado con el paño de nuestra dulzura.
Queremos solidarizarnos con todos aquellos que llevan
una pesada carga en su vida, en especial todos aquellos que injustamente
sobreviven ante la indiferencia de muchos, desnudos en la intemperie,
moribundos ante la frialdad. Tú sabes muy bien que es esto, Jesús. Tu agonía en
la cruz es un grito lanzado a la humanidad, un grito que dice: ¡Basta! Doy mi
vida para que otros no tengan que morir.
Desde tu cruz podemos entender que tu amor no tiene
límites y que nuestro amor tiene que parecerse más al tuyo. Sólo así
entenderemos el profundo significado de tu gesto sublime.
Después, diste un salto cuántico con la resurrección.
Hoy podemos contemplarte en este pedacito de pan. Te nos das para que no
perezcamos en la indigencia. Subiste al Gólgota y de allí al cielo. Desde el
cielo, bajaste de nuevo para permanecer siempre a nuestro lado. Cruz, cielo y
sagrario forman un itinerario para reencontrarnos contigo hoy.
5 comentarios:
Gracias, me ha ido muy bien para hacer un rato de oración
Es la belleza del amor más sublime, ir de la mano de Jesús, nos convierte en río de aguas transparentes, de vida que brilla en la eternidad, opaca la oscuridad de las almas pérdidas porq se convierte en el tacto suave del oxígeno de su resureccion..Luisa
Gracias padre Joaquín, su entrega con la comunidad cristiana no tiene precio, me reconforta y, me llena de paz poder comprender su obra, gracias por su mensaje por que va de la mano de Jesús..Luisa
Qué hermoso itinerario... de la cruz al sagrario, de la donación a la vida. ¡Gracias!
Señor, una hora Contigo, no son sesenta minutos, son la Esencia de Tus Frutos, que generan Paz y Amor, conmigo. Una hora en Tu Pesencia, calma el dolor de Tu Ausencia, revierte contra mi enemigo, que aunque ronde por mi Alma, yo consigo, derrumbar toda errónea esencia. sesenta minutos, una hora, recibo Tu Luz, sin demora, Luz que alargará el tiempo, y q al acabar, yo lamento, haya pasadso esa hora. Bendito Rey de mis días, dame en las veinticuatro horas, Paz, Amor, Alegría, y muéstrame donbde Tu moras, para hacerme comprender, que de Tí todo mi ser Rey eres de todas mis horas.
Parroquia de San Felix Africano-Barcelona. 16 Mayo 2014, Hora Santa
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