Hace ya 31
años de aquella tarde del 7 de marzo de 1987 en la parroquia de San Isidoro, en
el ensanche de Barcelona, cuando recibí de manos del cardenal Jubany el
ministerio sacerdotal.
Estaba
rodeado de una sólida comunidad, que acogía al nuevo presbítero lleno de
emoción, alegría y quizás miedo por la responsabilidad. Era muy consciente del
inmenso don que se me daba. Entre el gozo que sentía y el compromiso que
adquiría para siempre, aunque con temor, sabía que lo tenía que dar todo y que
mi vida, de una manera definitiva, estaba centrada en aquel a quien se la
entregaba: Cristo, sacerdote de sacerdotes.
Desde mi
niñez sabía que lo que recibía era algo grande: convertirme en imagen de Cristo
vivo en medio del mundo. Y, a la vez, era consciente que pasar por su
trayectoria me llevaría a asumir las consecuencias de un sí total y absoluto a
todo aquello que él me pidiera, incluso a la incomprensión y al rechazo,
aceptando con humildad mis propias limitaciones y errores durante el proceso de
mi crecimiento espiritual.
No era fácil
haber llegado a esta meta. Después de decirle mi sí definitivo como respuesta a
una llamada, habían pasado 15 años. En la primera etapa, balbuceaba, lleno de
miedo, inseguridades e incerteza. Pero una vez le dije sí a Dios, a todas, el
miedo al futuro y la incertidumbre se convirtieron en valentía, seguridad,
certeza y una profunda alegría. Ya no me importaban los riesgos en esta
travesía. Sabiendo que pasaría por situaciones difíciles, él finalmente me cautivó,
me sedujo y, sin rémoras, me lancé con un sí rotundo a hacer su voluntad.
La llamada
fue seguida de un periodo largo de formación teológica y pastoral, hasta que
adquirí para siempre el compromiso de servirle a través del ministerio del
orden.
Han pasado
ya 31 años de aquel bello día. Mi vocación se ha ido consolidando en el yunque
de la experiencia, mi alma ha sido moldeada con el fuego del Espíritu que me va
convirtiendo en ese modelo que inspira toda mi acción pastoral.
Silencio,
oración, liturgia, apostolado y, sobre todo, mis espacios de intimidad con él
han marcado mi talante sacerdotal. Encontrarme con él cada día es mi anhelo y
mi deseo más profundo. Quiero crecer en él y con él, esta ha de ser la mística
de todo sacerdote: propiciar el encuentro con aquel que es la razón de tu vida
y de tu sacerdocio.
Sólo desde
esta experiencia siento que la gracia del don se derrama sobre mí, haciéndome
florecer como un campo de espigas, para convertirme en pan para otros.
Hoy quiero
dar las gracias a Dios porque, en este recorrido pastoral, ha hecho posible
encontrarme con vosotros, mi nueva comunidad, donde sigo con firmeza y
decisión, en la brecha pastoral. Lo
vivo como una etapa muy intensa, y como un regalo, pues vosotros me habéis
hecho crecer muchísimo. Llegar a San Félix para mí ha sido un hermoso reto,
donde cada vez soy más consciente de que el sacerdote crece, madura y se hace
con la comunidad. Esta hace posible la plenitud del sacerdote, pues es imagen
de la Iglesia. Sin ella no se entendería la razón de ser del sacerdocio.
Hoy mi sí a
Dios se concreta con un sí a vosotros, un sí a trabajar para que también os
enamoréis de Cristo, y que este se convierta para vosotros en la razón de
vuestra vida.
Esta es la
misión esencial de mi sacerdocio. Que toda la comunidad también sea imagen de
Cristo en medio del mundo. Todos estamos en la brecha de la evangelización. A
todos nos toca ser luz para un mundo que vive en las tinieblas, como hemos
leído en el evangelio de Jesús y Nicodemo. Ese regalo que Dios nos ha hecho
dándonos a Jesús, la comunidad hemos de hacer posible que otros lo puedan
recibir.
Doy gracias
por el don que él me hizo llamándome a su ministerio sagrado. Deseo con toda mi
alma servirle hasta el final de mis días.
Gracias a
todos por estar aquí acompañándome.
1 comentario:
Muchas felicidades por tan importante aniversario aunque lo es todos los días con la Misión que el Señor ha puesto en sus manos. Yo le doy gracias al Señor por habernos cruzado en el camino, por seguir con esta bonita Amistad. Que El le guarde muchos años pues queda mucho por hacer. Gracias.
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