La parroquia estaba llena. La celebración ha sido exquisita,
profunda, y se respiraba un ambiente de alegría, acogida y humildad. Los tres,
con su talla humana, intelectual y religiosa, desprendían hondura y auténtica
pasión por su ministerio. Sus palabras han estado llenas de sabiduría; su
mensaje, certero, y su testimonio, vigoroso. La homilía también revelaba una
gran formación pastoral y teológica, radicalidad evangélica y gratitud por el
don del ministerio. Los tres han vivido este regalo con lucidez y agradecimiento,
testimonios vivos de un estilo novedoso de ejercer el sacerdocio.
Se podía percibir entre ellos el perfume de la amistad y de
un compromiso sólido de muchos años.
Conscientes de la importancia de su misión, todos han dejado una huella
muy profunda allí donde han ejercido su labor como rectores de diversas
parroquias.
Impresionaba verlos tan firmes, con ese enorme bagaje
acumulado en sus vidas, tan ricas espiritualmente e intensas pastoralmente. Impacta
y emociona ver tres vidas dedicadas al Señor y a su Iglesia; tres vidas
desbordantes e incansables en el anuncio de la buena nueva; tres vidas de una
generosidad sin límites; vidas volcadas a la construcción del Reino; vidas
fieles, que también han sabido abrazar el sufrimiento y la incomprensión. Vidas
alegres, creativas, entusiastas; vidas de oración fecunda y de continuos retos
en su labor, con sus carismas especiales de evangelización en el mundo de la
cultura y los medios de comunicación, así como un deseo ardiente de trabajar
por la paz.
Aunque ya jubilados de sus responsabilidades y cargos, sus
almas siguen vibrando pese a la vejez. Su tenacidad va más allá de los límites
físicos. Por un lado, irradian una fuerza y una frescura extraordinarias. Por
otro, la fragilidad de unos cuerpos que van reduciendo su movilidad y su
energía indica que ya están entrando en una fase más contemplativa. Su
fecundidad será más interior, actuarán más como consejeros y maestros, desde la
discreción. Ya no tendrán un protagonismo hacia afuera, sino un crecimiento más
profundo hacia adentro. Así se veía en el mayor de todos ellos. De la pastoral
activa pasarán a la pastoral de la presencia. Del trabajo vertiginoso a ser
misioneros del sosiego y la calma, de la no-prisa. En esta última etapa de su
sacerdocio ahondarán más en el valor del silencio y la escucha. Es un gran
momento para mirar hacia atrás con enorme gratitud, abrazar con paz los límites
del presente y abandonarse en manos de Dios, con la conciencia plena de que
están avanzando en el camino de encuentro con Aquel que ha sido la raíz y que
ha sostenido el regalo de su vocación sacerdotal; Aquel que está en el origen
de un proyecto soñado para ellos; Aquel que es la fuente de la perpetua alegría.
Me he conmovido viéndolos a los tres, con otros quince
sacerdotes que los acompañábamos, arropándolos y dando gracias a Dios por su
fecunda tarea pastoral.
He tenido la suerte de haberlos conocido recién ordenados,
con una enorme energía vital en los comienzos. Ellos tres han seguido mi
trayectoria y estuvieron en mi ordenación sacerdotal. Para mí han sido grandes
maestros y pastores, que me han ayudado a crecer como persona y como sacerdote.
Por eso he dado muchas gracias a Dios por ellos y por permitir que,
misteriosamente, nuestras vidas se cruzaran cuando yo era un joven con
inquietud vocacional. Hoy ha sido un auténtico deleite espiritual que me ha
hecho ser más consciente de cómo Dios va tejiendo un plan personal que poco a
poco converge en un proyecto común, hasta que se produce el momento histórico
del encuentro.
3 comentarios:
Doy gracias a Dios y pido muchas vocaciones como ellos y como todos los sacerdotes que les acompañaron
Qué bien padre Joaquim!!! Me alegro mucho de ese reencuentro con todos sus amigos sacerdotes. Jesús vivo y presente en toda la celebración, siempre con nosotros!!
Los buenos sacerdotes son sembradores de luz. ¡Muchas personas crecen a su vera!
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