Celebramos hoy la liturgia de la Cruz. La cruz es la
consecuencia de la libertad de Jesús para cumplir la voluntad de Dios. Hoy, la
cruz nos puede pesar, cansar e incluso incomodar. Cuando uno está en el camino
de Dios, en su crecimiento como cristiano, pasa por muchas etapas. Y algunas de
ellas son de sufrimiento, rechazo, soledad y muerte. Para el cristiano la cruz
no ha es un sufrimiento inútil. Hemos de aprender qué sentido tiene para
nosotros la experiencia del dolor.
Estamos en un mundo en que la gente da mucho valor a hacer cosas,
al triunfo, al reconocimiento. Pero Jesús tuvo muy claro que en el centro de su
vida estaba el amor a los demás. Fiel a su Padre, llevó hasta las últimas
consecuencias el deseo de hacer su voluntad. No fue a la muerte de una manera
ciega, sabía muy bien que sus palabras y obras lo abocarían al rechazo. La cruz
fue el precio de su amor.
Esto me lleva a pensar que aquellos que estamos en sintonía
con Dios hemos de estar dispuestos a asumir el dolor con libertad. No es fácil,
porque en las relaciones humanas siempre hay problemas, incluso actitudes de
autosuficiencia, y nos cuesta mucho aceptar que tenemos que pasar por esos
momentos.
Jesús nos enseña a abrazar la cruz y a perdonar,
especialmente a aquellos con los que tenemos más dificultades. Vivir esta
experiencia de abandono como la vivió Jesús tiene que ser una constante en
nuestra vida.
La cruz no es el final; es el anticipo de una vida nueva. Quizás
muchos se queden en el sufrimiento y en ese estado de tragedia. Pero los
cristianos sabemos que la muerte es un paso hacia la vida plena.
El grito de Jesús en la cruz no es un grito de rabia contra
Dios ni contra el cielo; tampoco es un grito de desesperación. Es el último
aliento, lanzado con todas sus fuerzas. Es el grito que rasga el velo del
templo, el anuncio de la muerte y al mismo tiempo de una vida nueva a punto de
estallar. El grito de Jesús estremece el mundo y abre las puertas del cielo.
Cada vez que contemplemos a Cristo crucificado en nuestros
templos aprendamos que la cruz es el signo sublime de una vida entregada hasta
el límite.
Viernes Santo
10 de abril de 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario